viernes, 4 de octubre de 2019

PRIMER CONGRESO DE LA ABOGACÍA INDEPENDIENTE

Los próximos días 29 y 30 de noviembre tendrá lugar en Córdoba el Primer Congreso de la Abogacía Independiente. Este congreso, cuya organización no parte de ningún colegio de abogados ni del CGAE, ha suscitado una enorme expectación entre los profesionales, tanta que el aforo del Centro de Recepción de Visitantes, lugar previsto para la celebración, se vio completado en sólo 24 horas. Esto ha obligado a la organización a la búsqueda de una ubicación que permita asistir a todos aquellos que lo deseen.

Por mi parte tengo pensado asistir. Porque como reza el eslogan del congreso, “Nadie lo hará por tí. Nadie lo hará mejor que tú”. Después de más de media vida dedicado a la defensa de los derechos de los demás, he podido comprobar con pesar, y muchas veces con rabia, que mis derechos (que incluso algunos dudan que un abogado los tenga) no los defiende nadie. O si lo hacen es de boquilla, o con la boca pequeña, como ustedes gusten, que el castellano es muy rico en expresiones populares. Vamos, que parece que se hace algo cuando finalmente no se hace nada o no se consigue nada. A la postre el efecto es el mismo, porque nos quedamos como estábamos. O peor, por la vana sensación de pensar que algo iba a mejorar.

Por eso no puedo dejar de asistir. Porque no puedo dejar pasar la oportunidad de hacerme oír, de hacer propuestas, de debatirlas con compañeros. Perdón, quise decir COMPAÑEROS, sí sí, con mayúsculas, porque tenemos una costumbre en esta preciosa profesión, que es la de llamarnos así entre nosotros. Y los que estaremos presentes en el congreso, a pesar de que no nos conozcamos la inmensa mayoría de nosotros, nos une un objetivo común. Quedaría muy lindo decir que ese objetivo es “dignificar la profesión”. Pues no. Es no hace falta. La profesión de abogado es muy digna, y los profesionales la dignificamos día a día con nuestra labor. Lo que se hace necesario, imprescindible y perentorio es DIGNIFICAR LA FIGURA DEL ABOGADO.

Por eso no puedo dejar de asistir. Porque día a día se acumulan menosprecios y desprecios. Porque ya hemos llegado al extremo de ser amenazados, y a veces agredidos (por ambos trances he tenido que pasar). Porque se nos mira y trata como bultos sospechosos. Y si actuamos como abogados de oficio... “Para qué quieres más”, decía mi abuela. Y creo que es ahora cuando debo decir basta. Es ahora o nunca. Y hay que decirlo alto y claro. BASTA YA.

Por eso no puedo dejar de asistir. Porque no es cuestión de hablar de nuestros problemas en una comida, tomando unas cañas o en los calabozos mientras esperamos asistir a nuestros clientes. Porque ahora ha llegado el momento de poner nuestros problemas sobre la mesa, debatir y actuar, fundamentalmente actuar. Por mi parte he lanzado una propuesta, la elaboración de una norma: el Estatuto del Abogado. Una verdadera norma de obligado cumplimiento, que recoja los derechos de los Abogados, los incumplimientos de dichos derechos y un subsiguiente régimen de sanciones.

Por eso no puedo dejar de asistir. Y porque además debo dar las gracias en persona a Pepe Muelas, el alma de esta iniciativa, un viejo amigo (que no amigo viejo). Nos vemos en Córdoba. ¿Podréis dejar de asistir?