miércoles, 8 de junio de 2016

ABOGADOS EN TELEVISIÓN

Soy miembro de una generación que ha crecido frente a la televisión. Una televisión en blanco y negro (marca Iberia en mi caso) de la que, como por arte de magia, salían personajes que, casi de inmediato, entraban a formar parte de nuestras vidas. Durante ellas hemos sido testigos de cómo aumentaba el número de emisoras y con su proliferación también crecía la producción de series de los más variados géneros. Gran parte de aquéllas trataban el mundo del Derecho.


Perry Mason es, sin lugar a dudas, el paradigma de todas esas series. Interpretada por Raimond Burr narraba la historia de un abogado que, capítulo tras capítulo, conseguía obtener la absolución de sus clientes empleando siempre un arriesgado método : arrancar la confesión al culpable durante el desarrollo de la vista oral. Años más tarde Andy Griffith encarnó a Matlock, un nuevo Mason en cuanto a su modus operandi profesional, pero físicamente bien distinto : traje claro arrugado (quizás por el calor de la Atlanta donde desplegaba todas sus armas) y un lenguaje jurídico muy de andar por casa, frente a la corpulencia e impecable traje de Mason.

En 1981 fue estrenada en España Vida de estudiante (The paper chase) una adaptación para la televisión de una película homónima. En ambas trabajaba John Houseman en el papel del profesor Kingsfield. “El estudio del Derecho es algo nuevo para ustedes” empezaba diciendo en cada capítulo con aire flemático. La serie giraba alrededor de las vidas de un grupo de estudiantes de Derecho norteamericanos. Por aquel entonces yo aún no sabía que años más tarde me parecería bastante a ellos.

También ha habido series que han tocado el tema desde un punto de vista más jocoso. En Juzgado de guardia (Night court) se nos mostraba la locura continua de todos los miembros de un juzgado nocturno de Nueva York y de la variopinta fauna que por allí pasaba noche tras noche. Palo y astilla (The feather and father gang) mezclaba humor e intriga protagonizados por una bella abogada (Stephanie Powers) y su padre. Pero es en Loco de remate (Crazy like a fox) donde pudimos disfrutar de Jack Warden, uno de los más grandes secundarios, dando vida al padre de un abogado al que ayudaba en la investigación de sus casos. Warden ya había intervenido con enorme acierto en papeles similares en la gran pantalla (El abogado del diablo y Veredicto final).


España también hizo sus pinitos, principalmente con dos grandes producciones. Primero con Anillos de oro, ambientada en plena transición política y que descansaba en tres pilares fundamentales : Ana Diosdado e Imanol Arias en el papel de dos abogados matrimonialistas, y Pedro Masó en la dirección. Además pudimos disfrutar de una enorme constelación de característicos como Aurora Redondo o Amelia de la Torre y de la música de Antón García Abril. Después llegó Turno de oficio, del genial Antonio Mercero, con un joven Juan Echanove (en el papel del “pedete lúcido”) y un maduro Juan Luis Galiardo (como el “chepa”) interpretando sendos papeles de abnegados abogados de oficio.


Muchos más abogados han desfilado por la pequeña pantalla. Desde Chuck Connors en Arresto y juicio (Arrest and trial), Joseph Campanella en Los atrevidos (The lawyers), o Robert Foxworth en Defensores públicos (Men at law) hasta más moderna Ally McBeal, serie de enorme éxito y de pegadizo tema musical interpretado por Bonda Sephard, o la muy cuidada Ley y orden (Law and order).


Pero si con alguna serie he disfrutado en los últimos tiempos ha sido con La ley de Los Ángeles (L.A. law). Fue creada por el genial Stephen Bochco y cada episodio se iniciaba con un maravilloso tema de Mike Post (habitual en este tipo de lides) seguido de una reunión-desayuno de todos los abogados de la firma McKenzie, Brackman, Chaney & Kuzak, en la que se asignaban nuevos casos y se informaba de los pendientes. Leland McKenzie dirigía un bufete de lo más variopinto, con algunas mujeres (Grace Van Owen, Abby Perkins y Ann Kelsey), un hispano (Víctor Cifuentes), un afroamericano (Jonathan Rollins) y varios caucásicos, y cada abogado con un área concreta de especialización : Arnold Becker era el matrimonialista (en una permanente relación de amor-odio con su secretaria Roxanne), Stuart Markowitz el especialista en impuestos y el resto procesalistas tanto en civil como en penal. Los personajes calaron hondo entre el público porque Bochco siempre ha tenido presente en todas sus creaciones el factor humano en su máxima expresión.


En la actualidad se sigue emitiendo JAG, serie realizada sobre la base de una película (Algunos hombres buenos) y que dibuja un retrato de los abogados de la Marina de los Estados Unidos. Sus principales personajes son el Comandante Harmon Rabb Jr., apuesto Top Gun reconvertido en perspicaz letrado por culpa de una inoportuna ceguera nocturna, la inteligente Sara McKenzie, Mayor del Cuerpo de Marines, y el Almirante A.J. Chegwidden, Auditor General del JAG y ex-Seal. Esta serie es la única de todas las citadas cuyos procesos eran militares.



Reconozco mi debilidad por las series de televisión desde muy temprana edad. Puede incluso que, visto ahora con la fría perspectiva que da el tiempo, algunas como Vida de estudiante o Turno de oficio hayan influido en alguna medida en mi decisión de ser abogado. Pero eso es otra historia...