Soy
miembro de una generación que ha crecido frente a la televisión.
Una televisión en blanco y negro (marca Iberia
en mi caso) de la que, como por arte de magia, salían personajes
que, casi de inmediato, entraban a formar parte de nuestras vidas.
Durante ellas hemos sido testigos de cómo aumentaba el número de
emisoras y con su proliferación también crecía la producción de
series de los más variados géneros. Gran parte de aquéllas
trataban el mundo del Derecho.
Perry
Mason es, sin lugar a
dudas, el paradigma de todas esas series. Interpretada por Raimond
Burr narraba la historia de un abogado que, capítulo tras capítulo,
conseguía obtener la absolución de sus clientes empleando siempre
un arriesgado método : arrancar la confesión al culpable
durante el desarrollo de la vista oral. Años más tarde Andy
Griffith encarnó a Matlock,
un nuevo Mason en cuanto a su modus operandi profesional, pero
físicamente bien distinto : traje claro arrugado (quizás por
el calor de la Atlanta donde desplegaba todas sus armas) y un
lenguaje jurídico muy de andar por casa, frente a la corpulencia e
impecable traje de Mason.
En
1981 fue estrenada en España Vida
de estudiante (The
paper chase) una
adaptación para la televisión de una película homónima. En ambas
trabajaba John Houseman en el papel del profesor Kingsfield. “El
estudio del Derecho es algo nuevo para ustedes” empezaba diciendo
en cada capítulo con aire flemático. La serie giraba alrededor de
las vidas de un grupo de estudiantes de Derecho norteamericanos. Por
aquel entonces yo aún no sabía que años más tarde me parecería
bastante a ellos.
También
ha habido series que han tocado el tema desde un punto de vista más
jocoso. En Juzgado de
guardia (Night
court) se nos mostraba
la locura continua de todos los miembros de un juzgado nocturno de
Nueva York y de la variopinta fauna que por allí pasaba noche tras
noche. Palo y astilla
(The
feather and father gang)
mezclaba humor e intriga protagonizados por una bella abogada
(Stephanie Powers) y su padre. Pero es en Loco
de remate (Crazy
like a fox) donde
pudimos disfrutar de Jack Warden, uno de los más grandes
secundarios, dando vida al padre de un abogado al que ayudaba en la
investigación de sus casos. Warden ya había intervenido con enorme
acierto en papeles similares en la gran pantalla (El
abogado del diablo y
Veredicto final).
España
también hizo sus pinitos, principalmente con dos grandes
producciones. Primero con Anillos
de oro, ambientada en
plena transición política y que descansaba en tres pilares
fundamentales : Ana Diosdado e Imanol Arias en el papel de dos
abogados matrimonialistas, y Pedro Masó en la dirección. Además
pudimos disfrutar de una enorme constelación de característicos
como Aurora Redondo o Amelia de la Torre y de la música de Antón
García Abril. Después llegó Turno
de oficio, del genial
Antonio Mercero, con un joven Juan Echanove (en el papel del “pedete
lúcido”) y un maduro Juan Luis Galiardo (como el “chepa”)
interpretando sendos papeles de abnegados abogados de oficio.
Muchos
más abogados han desfilado por la pequeña pantalla. Desde Chuck
Connors en Arresto y
juicio (Arrest
and trial), Joseph
Campanella en Los
atrevidos (The
lawyers), o Robert
Foxworth en Defensores
públicos (Men
at law) hasta más
moderna Ally
McBeal,
serie de enorme éxito y de pegadizo tema musical interpretado por
Bonda Sephard, o la muy cuidada Ley
y orden (Law
and order).
Pero
si con alguna serie he disfrutado en los últimos tiempos ha sido con
La ley de Los Ángeles
(L.A. law).
Fue creada por el genial Stephen Bochco y cada episodio se iniciaba
con un maravilloso tema de Mike Post (habitual en este tipo de lides)
seguido de una reunión-desayuno de todos los abogados de la firma
McKenzie, Brackman, Chaney & Kuzak, en la que se asignaban nuevos
casos y se informaba de los pendientes. Leland McKenzie dirigía un
bufete de lo más variopinto, con algunas mujeres (Grace Van Owen,
Abby Perkins y Ann Kelsey), un hispano (Víctor Cifuentes), un
afroamericano (Jonathan Rollins) y varios caucásicos, y cada abogado
con un área concreta de especialización : Arnold Becker era el
matrimonialista (en una permanente relación de amor-odio con su
secretaria Roxanne), Stuart Markowitz el especialista en impuestos y
el resto procesalistas tanto en civil como en penal. Los personajes
calaron hondo entre el público porque Bochco siempre ha tenido
presente en todas sus creaciones el factor humano en su máxima
expresión.
En
la actualidad se sigue emitiendo JAG, serie realizada sobre la base
de una película (Algunos hombres buenos) y que dibuja un retrato de
los abogados de la Marina de los Estados Unidos. Sus principales
personajes son el Comandante Harmon Rabb Jr., apuesto Top
Gun reconvertido en
perspicaz letrado por culpa de una inoportuna ceguera nocturna, la
inteligente Sara McKenzie, Mayor del Cuerpo de Marines, y el
Almirante A.J. Chegwidden, Auditor General del JAG y ex-Seal. Esta
serie es la única de todas las citadas cuyos procesos eran
militares.
Reconozco
mi debilidad por las series de televisión desde muy temprana edad.
Puede incluso que, visto ahora con la fría perspectiva que da el
tiempo, algunas como Vida
de estudiante o Turno
de oficio hayan
influido en alguna medida en mi decisión de ser abogado. Pero eso es
otra historia...