viernes, 1 de junio de 2018

DISCAPACIDAD INTELECTUAL EN LA PRISIÓN DE ESTREMERA


El pasado viernes 18 de mayo tuve la oportunidad de cursar una visita al módulo del Centro Penitenciario Madrid VII de Estremera dedicado a personas con discapacidad intelectual. Laura Galindo, psicóloga de Plena Inclusión Madrid, fue quien organizó la visita y ejerció de perfecta guía. Tras las presentaciones y el primer contacto con los miembros de la Junta de Tratamiento y el Director del centro, empecé a compartir la mañana con los internos. Después de impartirles una pequeña clase sobre Derecho Penal, visité con ellos las instalaciones, finalizando con una entrevista personal con cada uno de ellos, en la que pudieron plantearme sus dudas sobre Derecho Penal y Penitenciario.

Como abogado penalista, he visitado a mis clientes en innumerables ocasiones, pero siempre en los locutorios, separados por un grueso cristal. Estar con ellos en su ambiente ha sido muy enriquecedor. He podido comprobar de primera mano la gran labor que tanto funcionarios como Plena Inclusión Madrid llevan a cabo y el trato cercano que se les brinda, basado siempre en la estricta observancia de la legalidad y en sus peculiarísimas características.

El módulo, que cuenta con taller, peluquería, gimnasio, sala de conferencias, comedor, economato, despacho médico y patio, está adaptado a los internos. Las instalaciones están decoradas por ellos mismos (es digno de mención el mural de las paredes del patio), lo que hace que el entorno sea más acogedor.

Sin olvidar que los internos están cumpliendo condena, eso no impide que la preocupación por ellos sea muy especial. Ninguno de ellos me manifestó queja alguna por el trato recibido, más bien al contrario, pues parecen tener una relación muy cercana con los profesionales. Pude apreciar en algún caso su inquietud por temas jurídicos, e incluso la errónea apreciación de las leyes. Pero también comprobé que ese desconocimiento tiene su origen en sus capacidades diferentes.

Aunque todo en la vida es mejorable, el camino que se está siguiendo con este módulo no merece pero alguno. Salvo la falta de medios, por supuesto. Pero eso es algo que no depende de quienes trabajan allí, sino de las administraciones públicas.

Debo terminar dando las gracias a Plena Inclusión Madrid, particularmente a Laura Galindo, a la Junta de Tratamiento de Madrid VII y muy especialmente a los internos de tan singular módulo, que me acogieron desde el primer momento sin reservas y que tuvieron la amabilidad de escucharme, de abrirse conmigo y de obsequiarme con alguno de los trabajos que llevan a cabo en su taller.