miércoles, 13 de enero de 2016

MÁS CINE DE ABOGADOS

    LA COSTILLA DE ADÁN



“Mi fiel Amanda, adiós, adío, adieu. Mi cruel Amanda, tu eras mi bien pero ya acabó. Si alguna vez, Bella Amanda, de una estrella ves el resplandor, esa noche rememora en la veranda, dulce Amanda, nuestro amor.” Esta canción de Cole Porter se repite una y otra vez en “La costilla de Adán” (“Adam’s rib”, 1.949).


LOS PROTAGONISTAS
Spencer Tracy y Katherine Hepburn. Esta pareja, tanto en el cine como en la realidad, se convierte en adversaria durante un proceso penal. Estoy plenamente seguro de que no habría existido el mismo feeling con otros protagonistas. La relación personal entre ambos permite el perfecto desarrollo de un guión magnífico, obra del matrimonio Ruth Gordon y Garson Kanin, autores también de la obra original. Guión e historia fueron candidatos al Óscar.

Tracy y Hepburn, Adam y Amanda, son fiscal y abogada defensora en un proceso por intento de asesinato. Ese enfrentamiento va minando paulatinamente su matrimonio hasta la reconciliación en la escena final, con forzadas lágrimas de Adam incluidas.

Poco se puede decir de estos dos monstruos de la pantalla que no desmerezca lo conseguido en sus brillantes carreras. Juntos atesoran cinco premios Óscar y varias nominaciones más. Memorables son sus interpretaciones en cintas que se han hecho un hueco en la historia del 7º Arte como “La Reina de África”, “La mujer del Año”, “Historias de Filadelfia”, “La fierecilla domada”, “Vencedores o vencidos”, “Furia”, “Capitanes intrépidos”, “La ciudad de los muchachos” y tantas otras. Cuando se tocan todos los géneros y se trabaja con los mejores directores no es por casualidad.

El resto de actores está encabezado por dos grandes secundarios : Tom Ewell (que ha pasado a los anales del cine por ser el asombrado vecino de Marilyn Monroe en “La tentación vive arriba”) y Judy Holliday, oscarizada por su entrañable papel en “Nacida ayer”. No menos importante es David Wayne, amigo y vecino de los protagonistas y autor (de ficción, claro está) de “Farewell, Amanda”, de la que está locamente enamorado. Un cínico en toda regla.

GUIÓN
George Cuckor, realizador especialmente dotado para la comedia, dispone de un admirable guión para poner en boca de sus actores frases como “los letrados no deben casarse con letrados, porque semejante unión sólo puede dar letraditos y más letraditos”. O como decía Spencer Tracy en su alegato final, “señoras y jurado de los señores”, “en un trabunil de jastucia, digo trubinal de justacia...” Simplemente genial.


El guión se basa en la lucha de Amanda contra Adam, de la igualdad de derechos de las mujeres contra el respeto por la ley. Esa lucha, escenificada en un juicio repleto de soberbias escenas (Adam elevado por los aires en mitad del plenario por una volatinera, Tracy y Hepburn tirando un lapicero bajo la mesa para poder hacerse un cariñoso guiño o la fantástica ocurrencia en el alegato final de Amanda cuando propone al jurado un juego de intercambio de personalidades) termina representando una victoria para Amanda. Pero ésta, al final de la película, pierde el terreno anteriormente ganado cuando admite que no hay nada por encima de la ley. Moraleja para norteamericanos descarriados : dura lex, sed lex.