El
pasado jueves 17 de enero, intervine en la primera de las jornadas
que organiza la Sección de Discapacidad del Colegio de Abogados de
Madrid, mi colegio. Y remarco lo de “mi colegio”, porque para mí
significa mucho estar presente en mi propia casa y, además, hablar
de lo que me apasiona.
Esta
vez centré la exposición en la defensa de la libertad de las
personas con discapacidad, tanto en los procedimientos penales como
en los internamientos involuntarios. Y como de costumbre, el tiempo
del que disponía se consumió con rapidez, quedándose cosas en el
tintero. Pero eso es algo a lo que ya estoy acostumbrado, después de
23 años de ejercicio.
Con
el aforo completo del salón de actos, compartí mi intervención con
varios compañeros de profesión: Óscar Moral, Torcuato Recover y
Alana Cavalcante. Y tuve la enorme suerte de ser presentado por mi
gran amiga Elisa Ledesma, a la que debe agradecer enormemente todos
sus halagos, que estoy seguro provienen de la amistad que nos une y
no de mis méritos como abogado.
Varios
compañeros más acudieron a la cita. Muchas gracias a todos ellos
también, porque a las 4 de la tarde cuesta digerir una jornada de
más de dos horas de duración. Y gracias especialmente a los que
acudieron desde otras provincias, lo que demuestra el interés por la
materia y el compromiso personal de los profesionales con su trabajo,
que va mucho más allá de lo que les es exigible.
Como
veis, más no se puede pedir. Sólo desear que la próxima ocasión
venga pronto. Y mientras tanto, que las cosas hayan cambiado lo
suficiente para que mi labor, poco a poco, sea menos necesaria, que,
en definitiva, es el objetivo que perseguimos como abogados.
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