LA COSTILLA DE ADÁN
“Mi fiel Amanda,
adiós, adío, adieu. Mi cruel Amanda, tu eras mi bien pero ya acabó.
Si alguna vez, Bella Amanda, de una estrella ves el resplandor, esa
noche rememora en la veranda, dulce Amanda, nuestro amor.” Esta
canción de Cole Porter se repite una y otra vez en “La costilla de
Adán” (“Adam’s rib”, 1.949).
LOS PROTAGONISTAS
Spencer
Tracy y Katherine Hepburn. Esta pareja, tanto en el cine como en la
realidad, se convierte en adversaria durante un proceso penal. Estoy
plenamente seguro de que no habría existido el mismo feeling con
otros protagonistas. La relación personal entre ambos permite el
perfecto desarrollo de un guión magnífico, obra del matrimonio Ruth
Gordon y Garson Kanin, autores también de la obra original. Guión e
historia fueron candidatos al Óscar.
Tracy
y Hepburn, Adam y Amanda, son fiscal y abogada defensora en un
proceso por intento de asesinato. Ese enfrentamiento va minando
paulatinamente su matrimonio hasta la reconciliación en la escena
final, con forzadas lágrimas de Adam incluidas.
Poco
se puede decir de estos dos monstruos de la pantalla que no
desmerezca lo conseguido en sus brillantes carreras. Juntos atesoran
cinco premios Óscar y varias nominaciones más. Memorables son sus
interpretaciones en cintas que se han hecho un hueco en la historia
del 7º Arte como “La Reina de África”, “La mujer del Año”,
“Historias de Filadelfia”, “La fierecilla domada”,
“Vencedores o vencidos”, “Furia”, “Capitanes intrépidos”,
“La ciudad de los muchachos” y tantas otras. Cuando se tocan
todos los géneros y se trabaja con los mejores directores no es por
casualidad.
El
resto de actores está encabezado por dos grandes secundarios :
Tom Ewell (que ha pasado a los anales del cine por ser el asombrado
vecino de Marilyn Monroe en “La tentación vive arriba”) y Judy
Holliday, oscarizada por su entrañable papel en “Nacida ayer”.
No menos importante es David Wayne, amigo y vecino de los
protagonistas y autor (de ficción, claro está) de “Farewell,
Amanda”, de la que está locamente enamorado. Un cínico en toda
regla.
GUIÓN
George Cuckor,
realizador especialmente dotado para la comedia, dispone de un
admirable guión para poner en boca de sus actores frases como “los
letrados no deben casarse con letrados, porque semejante unión sólo
puede dar letraditos y más letraditos”. O como decía Spencer
Tracy en su alegato final, “señoras y jurado de los señores”,
“en un trabunil de jastucia, digo trubinal de justacia...”
Simplemente genial.
El guión se basa en la
lucha de Amanda contra Adam, de la igualdad de derechos de las
mujeres contra el respeto por la ley. Esa lucha, escenificada en un
juicio repleto de soberbias escenas (Adam elevado por los aires en
mitad del plenario por una volatinera, Tracy y Hepburn tirando un
lapicero bajo la mesa para poder hacerse un cariñoso guiño o la
fantástica ocurrencia en el alegato final de Amanda cuando propone
al jurado un juego de intercambio de personalidades) termina
representando una victoria para Amanda. Pero ésta, al final de la
película, pierde el terreno anteriormente ganado cuando admite que
no hay nada por encima de la ley. Moraleja para norteamericanos
descarriados : dura lex, sed lex.