En
una anterior entrada amenazamos con seguir con la formación. Y así
ha sido. En menos de un mes, los colegios de la abogacía de Alcalá
de Henares, Burgos y Madrid, el Consejo General de la Abogacía y
AMAI-TLP han tenido a bien invitarme a impartir cursos y conferencias
relacionados con la discapacidad.
El
10 de marzo estuve disfrutando del magnífico edificio del Siglo XVI,
que otrora fuera el Colegio Menor de Teólogos de la Madre de Dios, y
que hoy alberga la sede del Ilustre Colegio de Abogados de Alcalá de
Henares, junto a la Capilla del Oidor. Fue una magnífica mañana y
posterior comida con el resto de ponentes, Decano, Vicedecana y otros
miembros de su Junta de Gobierno. Como no podía ser de otro modo,
tuvieron que soportarme hablando de la reforma de la legislación
civil y procesal en el ámbito de la discapacidad.
El
18 de marzo cambiamos un poco de tercio, por tema y ubicación. En
esta ocasión fue el Ilustre Colegio de Abogados de Burgos quien
organizó un curso que tuvo lugar en la Fundación Caja de Burgos. Y
me correspondió informar de la labor de los Letrados cuando
defienden en procesos penales a personas con discapacidad
intelectual. No desaproveché el viaje, pues estuve rodeado en la
comida posterior de insignes y preclaros juristas que han
dedicado
gran parte de sus
vidas
a la defensa de los Derechos de las personas con discapacidad: Carlos
Ganzenmüller Roig,
Fiscal del Tribunal Supremo; Pepa García Lorente, Letrada y maestra
y referente en la materia de varias generaciones de Abogados; Ignacio
Sancho Gargallo, Magistrado del Tribunal Supremo; y por supuesto mis
queridos amigos y compañeros Manuel Cerezo, Cristina Mozas y Carmen
García Luján, sin
olvidar a Carlos Fernández Pascual, mi alter
ego
en la discapacidad.
El
24 de marzo pude participar en la mesa redonda que se organizó
alrededor de la presentación del libro del psiquiatra Mario Acevedo
Toledo, “La herida límite. El trastorno límite de la
personalidad: la enfermedad de nuestro tiempo”, centrando
mi intervención en los aspectos penales de dicho trastorno,
plasmados en el fenomenal libro, cuya lectura recomiendo tanto a
neófitos como a iniciados en la materia. Y por segunda vez compartí
mesa con uno de mis maestros en Derecho Penal, Arturo Beltrán, ex
Presidente de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de
Madrid, quien ahora disfruta de una merecida jubilación tras 48 años
de
impartir Justicia y enseñanzas.
El
día 31 de marzo me correspondió impartir el módulo penal en la IV
edición del curso “Protección Jurídica de las personas con
discapacidad”, que organiza desde el pasado año el Consejo General
de la Abogacía Española. Se trata de un curso que se imparte en
formato online, para permitir el acceso a los compañeros de todo el
país. Como en ediciones anteriores, las plazas (más
de 400) se
agotaron en unas pocas horas.
Por
último, ayer,
día 4 de abril, volví a impartir,
con mi querido amigo Carlos Fernández Pascual a la batuta, un curso
sobre la Ley 8/21, curso que organizó el Ilustre Colegio de la
Abogacía de Madrid. El plantel de lujo lo han compuesto la Notaria
Carmen Velasco Ramírez, la Fiscal Rosa Rubio Ramos y las Letradas
Ana Marta Almaraz García y Pepa García Lorente. Créanme cuando les
digo que junto a ellas uno se siente empequeñecido.
Menos
de un mes de locura, de bendita locura, haciendo algo que me
apasiona, aunque nunca lo hubiera pensado cuando comencé a estudiar
Derecho hace taitantos años.
He
preferido dejar para el final el apartado de agradecimientos, pues
son muchas las personas a las que debo dirigirlos. Gracias a todos
los nombrados y a muchos otros que no he olvidado, pero que engrosan
una larga lista en la que no quiero dejar fuera a nadie. Gracias de
todo corazón a
organizadores, contertulios,
compañeros
de mesa y
mantel, amigos… Gracias.
Volveremos
a vernos pronto. Y si no, al tiempo.